El jefe de producto de una empresa moribunda: La oscura verdad del humor corporativo
Como jefe de producto, ¿te has preguntado alguna vez qué sucede entre bastidores en una empresa en dificultades? ¿Crees que la gente que trabaja entre bastidores está haciendo todo lo posible para cambiar las cosas, o simplemente intentan sobrevivir hasta el inevitable colapso?
La dura verdad del humor corporativo
En esta entrevista, un jefe de producto comparte la oscura verdad de lo que significa trabajar en una empresa moribunda. Desde manipular las calificaciones de satisfacción del cliente hasta crear una sensación de estabilidad, la empresa está haciendo todo lo posible para mantenerse a flote.
El arte de retrasar lo inevitable
Las reuniones son un elemento básico de la vida corporativa, pero en esta empresa, son una forma de retrasar lo inevitable. El jefe de producto explica que las reuniones son una forma de hablar de lo ocupados que están todos, y luego apresurarse a la siguiente reunión con retraso. Se trata de crear una sensación de urgencia, incluso cuando no hay una dirección real.
El arte de retrasar lo inevitable
El cliente siempre es el último
En una empresa normal, el cliente es la máxima prioridad. Pero en esta empresa moribunda, el cliente es una idea de último momento. El jefe de producto explica que la felicidad del cliente siempre es la prioridad más baja, y que la seguridad siempre es la prioridad más alta. A la empresa le preocupa más protegerse a sí misma que ayudar a sus clientes.
La felicidad del cliente es una prioridad baja
El final del juego
Entonces, ¿cuál es el final del juego para esta empresa? ¿Es un cambio de rumbo, o es una lenta marcha hacia la bancarrota? El jefe de producto es honesto sobre las posibilidades de la empresa, y no es bonito.
El final del juego no es bonito
En conclusión, la vida de un jefe de producto en una empresa moribunda no es fácil. Desde manipular las calificaciones de satisfacción del cliente hasta crear una sensación de estabilidad, la empresa está haciendo todo lo posible para mantenerse a flote. Pero al final, todo es solo una táctica dilatoria, y el inevitable colapso siempre está al acecho.